Las preguntas a veces revelan modos de vida y otras veces las ocultan, aquello que preguntamos (o no preguntamos) va definiendo el mundo que vivimos. Consciente de esto, quisiera detenerme y hacer un breve comentario sobre la primera pregunta del próximo CENSO ¿Quién es el jefe de hogar?
¿Había pensado que esta pregunta supone que hay un jefe de hogar? ¿Y que podría no haberlo? También implícitamente supone que hay alguien que está siendo subordinado o dependiente de este jefe.
Preguntar por quién es el jefe parece propio de organizaciones jerarquizadas, donde hay una estructura bien definida y donde hay una persona quien ostenta el poder y otras que le obedecen, la pregunta que me surge es ¿el hogar necesariamente tiene que ser visto desde esta perspectiva? Y quizás más importante ¿Habrá otras maneras de verlo?
La necesidad de definir un jefe de hogar probablemente no resultaba extraña hasta hace algunos años, provenimos de una herencia cultural patriarcal y dominante, donde por un lado estaba el hombre proveedor y por otro lado la mujer “dueña de casa”, por suerte, la irrupción de la mujer en el mundo del trabajo cuestionó este modelo patriarcal, pero no necesariamente cambió el trasfondo, donde se sigue manteniendo la necesidad de definir ‘quién manda en la casa.
En este punto me parece relevante resaltar que pueden existir múltiples formas de organización al interior de la familia y que no necesariamente hay que suponer que es sólo una persona quien ostenta el poder, abriendo la posibilidad de modos de organización donde el poder se distribuye y donde las decisiones se toman en conjunto.
A modo de ejemplo presento mi caso, mi esposa y yo somos profesionales y ambos trabajamos, las decisiones familiares las tomamos en conjunto, ambos somos dueños en partes iguales de nuestros bienes (y paralelamente somos dueños en iguales condiciones de nuestras deudas), los gastos mensuales los dividimos por la mitad, y compartimos responsabilidades por igual, entonces nos incomoda la pregunta ¿Quién es el jefe de nuestro hogar? La idea de jefe no nos representa, y al elegir forzosamente sentimos que nuestra experiencia queda invisibilizada.
Consciente de la diversidad cultural y familiar presente en nuestros días me pregunto ¿Sigue siendo pertinente indagar por quién es el jefe de hogar? ¿Con esta pregunta no estaremos ocultando más vivencias que las que visibilizamos? Mi sospecha es que al preguntar por el jefe de hogar estemos ocultando formas de organización familiar, donde el poder se comparte y se da una mayor horizontalidad.
Finalmente, quisiera mencionar que valoro el espíritu y utilidad del CENSO, ya que es un evento relevante de auto-reflexión social y es en este espíritu que escribo la presente reflexión. Ojalá pudiéramos desarrollar preguntas que no supongan ni oculten realidades, sino más bien que las develen, visibilizando quienes somos y cómo estamos viviendo.